Tiempo de Otoño
Por Juan Fernández
El viento vuela,
y trae entre sus alas,
canciones de paz y tranquilidad.
La vida no es más que un matiz del viento,
una corta ráfaga que mueve pocas hojas,
el viento del otoño suena y calla,
las colinas rojas y anaranjadas me miran,
y sonríen, risas de árboles y viento.
Este año, mas que ningún otro,
el otoño me entristece,
no sé si será que la vejez se acerca
y en su asecho me hace pensar en mis años viejos
o quizás sea la distancia y el tiempo,
el no poder estar donde deseo,
o quizás sea mi futuro, o mi pasado,
pero hoy disfruto escuchar el viento,
el caer de las hojas,
el sonido silente de las largas noches,
el despertar de una metrópolis,
y hasta el sonido diurno de una ciudad que no duerme.
Como cambian las cosas,
hace unos meses soñaba con un deseo,
hoy, hoy más que nunca, mi deseo, ya realidad, esta lejos,
y el viento toca mi cara,
a veces la golpea,
pero ríen para mí los árboles de otoño.
El preámbulo de un invierno frió no me espanta
ni me duele, la gente cambia, y con ellos sus metas y anhelos.
Hoy, la lluvia fría de una época triste cae sobre mi espalda,
y me toca, a veces la toco yo.
He dejado mi alma en otro espacio y otro tiempo,
he dejado de ser el ser que fui y mis sueños me rodean,
he vuelto a soñar otra vez.
Sueños de niño, sueños de otoño.
La vida, como el viento, se va, pero regresan.
Esta vez, en este año, en este día la vida ha regresado a mí,
y los árboles, y sus hojas,
y el más cruel de los otoños hablarán de mí
y cantaran canciones de felicidad en mi nombre
porque pronto, aunque el mundo se vista de blanco,
y el frío se haga dueño de todo
yo estaré viviendo mi primavera.
Gracias, otoño, por llorar conmigo.
Te extrañaré, viejo amigo.
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