La Maldición de la Comunicación Moderna
Por Juan Fernández
No voy a desperdiciar nuestro valioso tiempo cibernético en tópicos tan mundanos como los beneficios de la comunicación moderna; sin embargo, podríamos escribir libros sobre la maldición social del uso inadecuado de los celulares.
Nuestra gente es especialista en el uso inoportuno de estos protervos dispositivos. Por un lado me cuestiono ¿cómo viviríamos sin ellos? pero por otro pienso que, como todo en la vida, el abuso es el problema. Me pregunto si nosotros controlamos el aparato o éste nos controla a nosotros.
Tenemos inoportunos en todos los ámbitos de la vida social; aquellos que responden sólo para decirle al que llama que lo llamarán en retorno, como si sus celulares no estuvieran equipados de correo de voz. Además, tenemos a los improcedentes que responden a sus celulares en medio de reuniones, eventos, charlas y hasta son capaces de responderlos cuando están en un podium.
Los improperios más terribles los cometemos usando el celular como escudo. Hay personas capaces de cuestionar nuestra amistad o lealtad sólo porque no saltamos ni hacemos malabares para responder sus llamadas; nos catalogan de inadecuados o fuera de época, porque no les damos el espacio en nuestras vidas para interrumpirnos cuando timbra el celular.
Este aparatito se ha convertido en una versión moderna de un collar o correa. Los conocidos lo usan para rastrearnos y penetrar nuestros más íntimos momentos; otros lo utilizan como un método de control: te llaman y cuestionan; otros, los más osados, pretenden que tú estés listo para servirles 24 horas al día, sólo porque en una ocasión cometiste el error de darles tu número de celular.
El aparato es una necesidad del tiempo moderno, pero nunca debemos olvidarnos de los principios de respeto y amabilidad que deben acompañar toda forma de comunicación.
Estas son algunas reglas básicas sobre el uso adecuado del celular:
- Si es relacionado a negocios, nunca llame a una persona fuera de su hora de trabajo.
- No llame repetidas veces a una persona para enfatizar importancia. Primero, porque eventualmente la persona no le responderá sus futuras llamadas y, segundo, le perderá la confianza. Si no le dice que no le llame más, es por respeto; pero, créame, se lo ha querido decir.
- Si la persona a quien llama no responde su celular, simplemente déjele un mensaje de voz diciendo quien llama, número de contacto y, brevemente, la razón de la llamada: “Es Juan Fernández, en el 646 206 3447, es sobre el diseño de tu página, respóndeme cuando puedas, gracias”. Simple y directo.
- El celular no debe ser usado en ciertos lugares, como el cine, teatros, bibliotecas, iglesias, casas de amigos que visitamos, reuniones, carros (especialmente si estamos acompañados de otros), restaurantes y otros…Usemos la cordura antes de invadir el espacio vital de todos los que nos rodean.
- Debemos ser breves en nuestras conversaciones en lugares públicos, especialmente si no estamos solos, pues generalmente elevamos nuestras voces y nos convertimos en contaminadores ambientales.
- Nunca debemos dar el número de celular de nuestros amigos a otros sin su autorización previa. Si alguien nos pide el número de un conocido, simplemente le decimos: “Permíteme darle tu número para que ustedes se comuniquen, no tengo su permiso para dar su número de celular”.
Los celulares son una parte vital de nuestra compleja sociedad y nuestras complejas vidas, pero no podemos permitir que aquellos que usan inadecuadamente sus artefactos puedan, con ellos, controlar nuestras vidas.
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