Por Juan Fernández
Existen días eternos e invisibles,
días que no suman ni restan,
estos agraciados son los días
que más abundan en mi gente.
Los días impalpables,
inútiles en la marca cósmica,
días que no regresan,
días donde no producimos
ni para pagar el oxigeno
que consumimos,
estos pulcros son los días
más anhelados pos los míos.
Según pasa el tiempo
los días se convierten en semanas,
las semanas en meses,
los meses en años,
y estos en décadas,
los días que no vivimos
se nos van como sueños de cuna
que nos hacen reír solos,
pero no nos llevan a nada.
Algún día, uno de esos pocos útiles,
nos despertaremos algunos
y nos daremos cuenta
que los días que no vivimos no regresan,
que las manecillas del reloj
solo giran en un sentido,
y las marca de nuestro día ha pasado.
Algún día entenderemos que
vivir para morir no es una meta,
vivir para colectar un cheque de pensión
no nos da más seguridad
vivir no es trabajar sin parar
en vez de vivir para crecer, crear y prosperar,
vivir para salir de una cárcel perpetua,
de una existencia aburrida e ingrata,
vivir para nada.
Yo opto por despertar
y empezar a evaluar los días
que voy a vivir, no los que voy a gastar.
¡Hoy, yo opto por vivir
el día que la vida me ha dado!
¿y tu?