Caminando, para muchos, disoluto, pero en control de la verdad, enredado entre sueños de colores, en un firmamento monocromático, donde los arcoíris perdieron sus inicios y en las lagunas ya no nadan piececitos betas de matices morados y amarillos, nacidos en blancos azulejos, donde las esferas tienen esquinas, punzantes y todos tenemos que aprender a negociar por nuestras vidas, en el fango, repleto, hasta el cuello, de lombrices.
Allí, casi entre tinieblas negras, se despierta al amanecer un soñador más, que tiembla escondido entre dos nubes, sin saber por dónde sale el sol o si se esconde la luna. Arrastrando pensamientos, como si fueran sandalias de un gigante olvidado, un viejo de pelo blanco y ojos fulminantes, soñador también, creador de leyendas, partidos y caprichos, escritor de cuentos del olvido, con pies enormes, difícil es lograr llenarle el calzado. Pensamientos de caminos marginados y vecindarios soñados por él, con calles repletas de vivencias, no de basura. Cadáveres de muertos retorciéndose en las tumbas, leña que se quema en la hoguera de un millar de tormentos, fuego que palpita consumiendo oxígeno sin futuro.
Caminando a ciegas en un universo de entes que se creen tuertos, pero no ven nada, sintiéndose los más pertinentes. Donde todos saben todo y ninguno se equivoca, nunca. Donde los bolos y los coludos tiene las narices igualmente paradas y las ideas se han fugado con su novia, la apatía, corren juntas desnudas en valles de lirios y claveles, que se pudren en sus manos. Burlándose, muchos, del pensamiento crítico que les dio la vida. ¡Ay Viejo Sabio! ¿Porqué te olvidan? Millares de anaqueles guardan las cabezas de estos arlequines, usadas, por los demás, como bolas de boliche, decoradas con las coronas de sus imprevistos triunfos de cenizas, coronas de alhajas y metales fruncidos, usadas viciosamente por todos, como payasos de gamas extrañas, que hoy se mezclan y no dan entre todos para hacer uno que valga nada. Se me escapó, hace tiempo, la sonrisa.
Caminando despacio, contemplando el siguiente paso, talones de gelatina, intrincados, escurridos entre arena, cal y cemento, nunca seguro de cual paso es cierto. Luchando por cerrar las ventanas, ya que las puertas, con bisagras opuestas, hacia dentro, con visión de preservar lo que quizás no vale la pena, hacia afuera, con visión de juntar mansos y cimarrones, muchos luchan por mantenerlas cerradas o abiertas, ¡qué importa! La mayoría, sin saber porque, obedecen las instrucciones escritas, como guiones de una obra de teatro, por otros que saben menos. Sus sesos hoy decoran los pasillos de los calabozos de los muertos.
Caminando en la naturaleza, donde todo, todo, sin excepción, es cíclico, como las varillas de una rueda, de una bicicleta sin timón y sin destino, volviendo siempre al mismo lio. Cabezas huecas que dan vuelta, como conjuradas por exorcistas, para aterrizar en un mismo sedimento de excrementos. Hoy sonriendo por los de un lado, mañana a carcajadas por los del otro, bailando el vals que le tocan los que controlan el violín de la avaricia. Guiados al matadero, como cualquier vacuno. Como les dije; bolos hoy, mañana, quien sabe, quizás coludos, veamos quien amarra el nudo que mejor trabe la gallina de los huevos de oro.
Piensa. ¿Y tú, saliste corriendo también cuando te pidieron la cabeza?
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