Por Juan Fernández
Tras mirar por los ojos de tu alma y catar el néctar
que destilas lentamente por los poros de tu piel,
no estoy seguro que quiera dejar de producir el polen
que buscas consumir cada día en los juncos de mi flor.
El nirvana se viste de purpura y las nubes no flotan,
el dulce vaivén de la leve brisa de un abril cualquiera
toca mi piel y me empaña de colores de arcoíris la mirada,
no quiero dejar de flotar en el cielo de tus encantos.
Sólo puedo dejar que vuelen mis ideas y se revistan de ti.