Por: Juan Fernández
(Dominicano nacido en Nueva York, USA)
Por años la diáspora dominicana ha sufrido el castigo de haber salido del país, sin importar la razón ni la circunstancias, ese castigo se extiende a los que no salimos, sino que nacimos fuera del territorio nacional. Somos ciudadanos sin nación. Forasteros aquí y forasteros allá. Pero de esto ya he escrito mucho, ese no es el enfoque de este artículo, mi inquietud es el reto de ser dominicano en cualquier lugar, adaptándonos a todo, y el futuro de nuestro aporte a una mejor nación.
Mis padres salieron del país después de la muerte de Trujillo, mi abuelita mucho antes, era una de 3 ó 4 dominicanas en el Alto Manhattan, en el mismo lugar donde ahora somos más de 600 mil de primera generación y más de 400 mil de segunda (y aun no tenemos estadísticas de los de tercera). Salieron por razones políticas, si no salen hoy no les estuviera escribiendo esta nota y aunque dejaron el suelo de nuestro hermoso país en realidad nunca se fueron, pues dejaron allá su corazón, sus ilusiones y sus sueños. Nosotros hemos tenido que escucharlos hablar por décadas del “Retiro”, con la misma ofuscación que habla un pescador del pez que se le escapó. Toda una quimera.
Unos años después mis padres descubrieron que los que dejaron ya no lo veían igual. Por ejemplo, después de casi ocho años de regreso en el país los vecinos le preguntan a mi papá que cuando llegó y como dejó a Nueva York, 8 años viviendo al lado de ellos...simplemente no lo aceptan, no somos parte de ellos.
Podemos gastar libros sobre el comportamiento despectivo con el que somos frecuentados, pero cuando ellos llegan los tratamos como reyes, y podemos escribir enciclopedias sobre si tienen la razón o no de tratarnos así, si es por nuestro comportamiento, al final que importa, esa no es el orientación de este trabajo...yo quiero que hablemos de nuestra auto estima, de nosotros, como nos sentimos internamente, los que estamos aquí, el orgullo que sentimos de saber que un buen merengue también nos hace bailar como a los dejamos allá y como nos ponemos las gorras de las Águilas, El escogido y El Licey, y cuando vamos allá lo dejamos todo por los nuestros…ah pero sin dejar de seguir a los Yankees y Boston. ¿Y por qué es que las frituras del camión de mi amigo Luis me hacen aguar la boca?
Mi padre tiene ocho hijos, seis nacimos en Nueva York, ya tenemos hijos, y ellos a su vez tienen los suyos...somos más 30, somos líderes de la política de Estados Unidos, ah y votamos allá también, corremos campañas aquí y allá. Algunos son demócratas, otros republicanos, otros independientes, apolíticos, peledeistas , nacionalistas, católicos, evangélicos, ateos, ingenieros, magisters, profesores, enfermeras, militares y hasta tenemos un nieto trabajando y estudiando para su doctorado en la Universidad de Syracuse, Todos 100% Dominicanos, todos orgullosos de serlo.
A mí me tocó lo mejor, conjugar todo en una época en una persona, a mis 44 años me ha tocado vivir aquí, allá, en Europa, Asia, y una vez hasta viví unos meses en Nigeria, y miren, nunca dejé de ser dominicano, nadie me vio como un gringo, ¡Qué “vaina” solo me ven así en MI País!
He trabajado para judíos, ingleses, norteamericanos, latinoamericanos, afroamericanos y ellos todos ven un dominicano orgullo del merengue, la bachata, el plátano, la pelota y mi bandera tricolor. Algunos luego se enteraban que nací en USA, y les pregunto…¨¿Si un chino nace en el África no le seguimos llamando Chino?¨. Un chino no es más chino que yo dominicano.
Este es mi reto.
Que cuando los nacidos en el país vean una joven bien educada, bella, noble, hablando un español perfecto y escribiéndolo como una pedagoga digan ¨¡Debe de ser una joven del exterior!¨y nunca más digan ¨Son tan pobres que sólo tienen dólares¨.
Convirtámonos en el Orgullo de Los Dominicanos.
Con nuestra educación en dos naciones, nuestro comportamiento ejemplar, nuestra entrega a lo positivo, nuestros triunfos en dos naciones, nuestros hijos bilingües, nuestros aportes invaluables a las naciones del mundo.
Verdaderos Ciudadanos del Mundo. Embajadores andantes de nuestra cultura.
Como lo son y fueron; Máximo Gómez, Julia Alvarez, Guillermo Linares, Adriano Espaillat, Zoe Saldaña, Oscar de la Renta, Providencia Paredes, Victor Rasuk, Moises Alou y cientos de deportistas, músicos, artistas, actores, negociantes, políticos…puedo llenar hojas de los nombres de los dominicanos de la diáspora de los que nos sentimos orgullosos.
No dejemos de enviar nuestras remesas que tanto necesitan nuestros compueblanos, pero enviemos también valores sociales, conocimientos, educación, cultura, y sigamos enviándoles medallas de oro (de las 3 que hemos ganado dos han sido por uno Neoyorquino…Muy Dominicano…Félix Sánchez)
Viviendo para Servir