Por el Mes de la Herencia Dominicana
Caen sobre mi espalda, serenas, sin consideración, las gotas que rompen mis rocas, miles de sentimientos comprimidos en cada grano de arena, extracto de olvidos cubiertos de pequeños actos inconscientes, algunos productos de la ignorancia, todos castigos, coronas de espinas, ideas crucificadas en las mentes fértiles de los hijos de mi patria.
Nuestros mejores representantes deberían nacer cada día de los vientres de nuestras reinas, no de extrajeras, príncipes, futuros reyes, de un imperio forjado sobre los cadáveres olvidados de miles de sueños. Miremos al pasado y respetemos, por experiencia, pero no podemos continuar degradandonos al punto de que seamos menos que lo fuimos antes.
Estamos, despacio, recreando nuestra historia, convirtiendonos, otra vez, en colonia. 174 años perdidos, sangre derramada en las amapolas de nuestras almas, gotas frías que rompen la piedra. Estamos forzando la patria a parir, otra vez, otro Luperón, que se tire nuestra soberania en su espalda. Muchos quisieran anexos. ¡A la mierda! Quiero que mis hijos hereden lo mejor de nosotros, mucho más que el suelo, quiero que hereden mi orgullo.
Nosotros somos la patria, donde estemos. Donde pongo mis pies se paran Duarte, Sanchez y Mella, conmigo, detrás de mí. Mis raices, mis herencias, mis costumbres, mi música y yo, forjando la patria que heredarán los míos. Gota a gota.
Quiero la visita de contribuciones positivas extranjeras, las negativas déjela en su tierra, no venga a dañar la nuestra, conmigo la historia no se repite, no conozco el miedo.
Y tú, dominicano, ¿qué vas a hacer hoy por tu patria?
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