Juan Fernández (c) Febrero 2018
Éramos estrellas brillantes, cuando caminábamos solos entre los grises nubarrones, danzando dormidos entres las gotas frías del rocío. Soñando con ser libre patria, mucho antes de tener ombligo. Súbditos de un cruel imperio de estiércol, urea y rufianes.
Seres humildes de luz, tejidos entre cruces blancas de las muertes prematuras de titanes, cubiertos de recuadros de colores dignos de respeto y probidad, siendo pueblo antes de ser nación, aldea nacida de la sangre de un puñado de moceríos, sangrando por libertad. Muchos injustamente olvidados entre las tristes penumbras de nuestras inapetencias.
Subyugados por las armas de un colindante sin alma, convencido que éramos peones, en un mundo de reinas y plebeyos, en el cual se creían invencibles, perinolas de un puñado de ratas.
Por ignorancia se les olvidó que de las cenizas nacen ideas, y de un pueblo pisoteado nacieron tricolores ruiseñores, que nos mostraron la luz, las barras de sus calabozos se convirtieron en poemas y de las rancias mazamorras, canciones de autonomía. Cada nota una inspiración que despertaron una aldea que siempre supo ser una nación.
Siete generaciones después, nuestro terruño hoy alberga once millones de Duartes y casi tres de L’Ouvertures, nos vemos en los mismos sucesos de un siglo y tres cuartos atrás. Ser victimas ignorantes una vez es un error indocto del destino, serlo, neciamente, una segunda vez, es simplemente una estupidez.
No podemos abandonar el destino que no depara la historia, pero no podemos, nunca, aceptar humillaciones en nuestro suelo, ¡jamás!, no podemos cerrar los ojos, cuando la patria demanda lealtad.
La nación no engendra lo que no sirve, somos estrellas caminado entre las nubes, de nuestras cenizas nacerán los héroes que defenderán nuestra independencia, una vez más. Es casi tarde, dominicano, se nos hunde la isla.
Defiende nuestros símbolos, tú dominicano, como defiendes el pudor de tu madre. ¡Tú eres República Dominicana!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario