Poema: Jardín de Verano

Jardín de Verano
Por Juan Fernández

Hojas verdes,
pastos de pequeños retoños
de cristal e hierro,
olor rancio de metales y azufre,
raíces de una gran ciudad,
que no duerme,
sueños dormidos
de un pueblo que sufre
y no existe.
Gente parte de una maquinaria
generadora de dinero,
y miel,
pagando el precio
de su corazón y su espíritu.

Cuando en las mañanas
salgo a caminar,
preparándome para un día mas,
bañándome de un aire puro,
bueno, no tan puro,
buscando un poco de paz,
entre los insectos y las pestes,
abro mis sentidos
y dejo que me llene mi gente,
que como flores silvestres
llenan de colores hermosos
nuestro jardín de verano.

Me rocío con sus risas
y sus ademanes,
a veces sus malos alientos,
sus comentarios,
de los que puedo construir
refranes y proverbios
casi celestiales.
No tienen nada que envidiar
de Salomón, ni de un cura.

Son los míos un pueblo
de muchos talentos,
pero en las mañanas
y al crepúsculo salen a brillar
las flores más exóticas
de nuestros jardines.

Los jazmines y claves
llenos de chismes e historietas
que ponen a la nueva Roma a arder.
Desde el pasar de una sombra
hasta la vida de un santo,
nadie se escapa del aroma
de la divina basura,
ni del sufrir un espanto.

Éstas trato de no tomarlas,
respeto la naturaleza,
algunas flores
hay que dejarlas vivir,
pero los olores son constante,
preñan el aire de un olor
tenso y pesado,
en cualquier momento
alguno que otro no resiste,
y explota, vomita, que pena,
los más sensacionalistas
terminan en las tumbas,
cortadas por el jardinero,
todo por el olor putrefacto
de una flor.

En las tardes de verano,
cuando el sol casi duerme
sobre la orilla del río Hudson,
se pueden recoger en cualquier esquina,
de las calles más calientes,
las flores más pulcras y las podridas,
los rumores más tiernos y maduros.
Esto esta matando a mi gente.

Trato de bloquear la descarga
del olor nauseabundo de los mismos,
pero en el alto Manhattan esto es
inevitable, es parte de mi pueblo,
como lo son los ladrones y las prostitutas.

Pero es un verano hermoso,
los jazmines y claveles,
aunque a veces apestan, son nuestros.
Las rosas, aunque vician, son nuestras.
Parte esencial de un jardín
que si no cambia, sin querer morirá.

Al final del día,
cuando regreso de una larga jornada,
puedo dejar mis filtros protectores en la puerta,
dejo caer las llaves sobre un tocador
construido de imitación de madera.
Me desvisto y me baño,
con el correr del agua
dejo que se lleve las mentiras,
los engaños, los chismes y los rumores
detrás del agua dejo correr todo lo negativo,
la que puedo recoger para tratar
de mantener limpio mi espacio vital,
el pesar eterno de una comunidad naciente
llamada a despertar,
pero que no puede.

Hoy, al final de este día,
podré oír el contar regresivo
de un reloj que no se detiene,
puedo escuchar el roce ligero
de la fábrica del tiempo
pasar sobre el acopio de mi gente
y ellos ni despiertan, ni se animan,
como parásitos solo se mueven,
sin pensar, solo por instinto.

Mañana será otro día,
y yo volveré a caminar
observando mi gente,
tratando de aprender
el porque de nuestra existencia,
el porque de nosotros mismos.

Somos tan distintos
a las demás hortalizas de esta tierra,
y aunque no somos oriundos
de este jardín,
vivimos como si no fuera
aquí donde asentamos raíces,
destruimos el pasto,
no podemos recoger ni los pétalos
de nuestras propias flores.

Algún día nuestra actitud nos costara la vida,
y cuando llegue el jardinero nos cortara de raíz,
algunos lo acusaran de racismo, otros de hereje,
pero al final del día cuando se acaban las excusas
las flores podridas dañan las demás.

Hoy espero el brillar del sol,
aun es la madrugada,
he tenido sueños de un imposible,
he visto en mi mente mi jardín renacer,
oía una voz colectiva
que decía que aun podemos,
que no desvanezca
que aun hay algunos que valen la pena,
que en este jardín de verano
hay nuevos retoños y ellos lo merecen todo,
que este jardín, que me vio nacer, es único y bello,
que si no lucho no será el mismo,
lo llenaran de lirios blancos
y el colorido de nuestra flores despacio desaparecerá.

Hoy me despierto con nuevas energías,
escucharé una vez más a mi gente,
caminaré con ellos hacia el corazón
de la maquinaría, cumpliré mi función,
al final, también yo necesito agua,
pero buscaré la forma de despertar
a mi pueblo, que aunque caminan,
aun duermen,
sueñan con sueños de un país lejano,
con las playas y los cocoteros,
con el correr en otros jardines,
con disfrutar de lo bueno.
Duermen, sueñan y mueren.

Pero este es mi jardín, ellos son mi pueblo,
si puedo cambiar la esencia de solo una flor
entonces todo, por esa sola vale la pena.

Dame fuerzas sol naciente para que en este día,
cuando tu haces mas falta,
me puedas usar como emisario de luz
y no de discordia,
dame fuerza Dios de los dioses
para que tu luz brille a través de mi,
déjame llevar tu mensaje de paz,
la que me has dado,
ayúdame a rodearme de otros,
que como yo, sufren ver nuestra flores desaparecer
no me dejes salir de este jardín
sin cambiar la vida de una flor mas,
hoy ayúdame a caminar por tus jardines
con la frente en alto, orgulloso de los que soy,
ayúdame a ver la realidad escondida
y no escuchar las mentiras, ayúdame a ser mejor.

Me voy, me espera mi día,
otra vez a caminar los jardines de verano,
otra vez a disfrutar de las flores
otra vez a reír con mi gente.
Hoy será mejor que otros días,
hoy me empuja un motivo,
un deseo nuevo de vivir,
de abrir mis pétalos y despedir mi olor
dulce y suave,
que se llenen de mí los de mi entorno,
hoy caminaré lleno de brillo,
lleno de luz, lleno de nuevos bríos,
lleno de fuerzas extrañas,
Hoy la lluvia nos mojará a todos,
y mis sueños los convertiré en metas.

Hoy respiré como nunca,
vivo orgulloso en mi jardín de verano.

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