El Voto por Arrastre vs. Preferencial: La Ley 157-13



La Ley 157-13 establece el sistema de voto preferencial para la elección de diputados, regidores y otros. Esta Ley indica que los electores podrán escoger sus candidatos sin importar la posición que tengan en la boleta. 

En el Artículo 2, se establece que al elector seleccionar al diputado de su preferencia, está favoreciendo con su voto al partido de éste y al candidato a senador.

En el exterior no estamos exceptos de esta ley, y todo ajuste, por acuerdo políticos o no, que se haga debe conformarse dentro de lo establecido por la ley 157-13. 

En el proceso electoral anterior, "por arrastre" el país uso el sistema d'Hondt, que es una fórmula electoral, creada por Víctor d'Hondt, que permite obtener el número de cargos electos asignados a las candidaturas, en proporción a los votos conseguidos por el partido.

En este próximo periodo electoral, en el exterior, en la circunscripción 1 de EE.UU. y Canadá, eligiéremos tres diputados. Los acuerdos para que los incumbentes pasen a ser candidatos automáticos de una tarjeta unificada del exterior, bajo las posibles alianzas del PLD/PRD/PRSC, eliminarían el derecho de muchos aspirantes de elegir y ser elegidos, pero garantizaría que nuestro partido se mantenga en control de las riendas del estado (y esto, quizás, en la macro visión política del PLD, sea la meta por la que debemos luchar). 

La pregunta es, ¿Cómo podemos medir en nuestras demarcaciones, si los actuales diputados son los mejores candidatos para garantizar el triunfo de Danilo en las presidenciales (quizás lo sean, yo no estoy seguro)? ¿Qué pasa si por las alianzas ponemos a nuestro partido (en nuestra circ #1) en una posición de jaque-mate contra el PRM y perdemos la plaza mas importante en el exterior, Nueva York? 

Si los actuales electos deben ser reelegidos, entonces no debemos preocuparnos, que se sometan al escrutinio interno (quizás por encuesta, o algún método que preserve parte de la democracia que deseamos tanto en las filas de la base de mi PLD) y que ganen, si son los mejores, yo seré el primero en el equipo de apoyo de nuestros candidatos, sin importar que el que yo apoyo pase o no. Yo quiero ver al PLD de Nueva York llevarse la faja del triunfo, que Danilo sea nuestro presidente otra vez, y que mi Seccional sea catalítica en ese triunfo. 

En el 2004, después de un larguísimo día de trabajo en la JCE, llegué a mi partido a eso de las 4am, me recibieron José Fernández y Frank Cortorreal, me abrazaron y me felicitaron por el trabajo. En el 2008, llegué a mi partido a esa misma hora, más o menos, me esperó una gran comisión, Carlos Feliz, Morrobel, muchos besos, abrazos y sonrisas. En el 2012, el compañero Zorrilla y yo salimos de la JCE a las 12 del medio día, del día siguiente, el lunes; hediondos, sudorosos, cansados, con hambre, después una eterna batalla contra los demás delegados, jueces y empleados de la Junta para cumplir con nuestro trabajo, casi todos se fueron, Zorrilla y yo nos dimos la mano, y nos quedamos viéndonos por 5 segundos, felicitamos a los demás miembros de la  OCLEE, OPREE y unos cuantos delegados que regresaron bañaditos y olorosos.

El sabor agrio de "perder" es uno que no quiero en mi paladar político otra vez...Si Danilo gana en RD, pero perdemos en NY, entonces debemos dedicarnos a otro cosa. Yo propongo que nos matemos en esta campaña para demostrar que somos un poder político del PLD en Nueva York y en todo el exterior...no se lo demostremos a los demás, a los de RD, propongo que este sea un reto interno, exclusivo de Nueva York para Nueva York.

El candidato que yo apoyo, Gregorio Morrobel, puede ganar, somos soldados de este partido y acataremos las medidas inteligentes tomadas por nuestro Comité Político, solo pedimos que se evalúen las demarcaciones y que tomemos la mejor decisión para cada caso, en Nueva York no nos podemos dar el lujo de perder, Danilo nos necesita, el partido nos necesita, pero mas que todo, el país nos necesita.

¡Vamos a Trabajar!






Cuento: La Placa de Metal



El la mitad del camino de la carretera Duarte, que une a La Vega con Moca, en el kilómetro 7, exactamente entre las entradas de Las Ruinas de La Vega Vieja y el camino de las tierras de Don Telmo, Don Juan Polanco había sembrado una mata de limoncillo, que, después de crecida, se dio cuenta era macho. Tan hermoso y frondoso era el árbol, que decidió dejarlo crecer y hoy es uno de los arboles más copiosos en todo el campo de Pueblo Viejo. 

En la base del tronco, a unos cuatro pies de las raíces, se encuentra una placa de metal que apenas puede verse, es negra y dorada, de un material fruncido, como de cobre o bronce, en la esquina se puede leer aún una fecha escrita rudimentariamente con un clavo en pequeñas perforaciones; Mayo 30, 1961. Con los años la planta la ha asimilado, cubriéndola con fuertes capas de corteza, dejando ver solo las últimas pulgadas del mensaje.

Los que pasamos de cuarenta sabemos lo que dice, llegamos a verla completa, y los que pasan de ochenta saben porque la clavaron. Tío Chuchú, quien vivió cada día de la Era de Trujillo esclavo de sus pensamientos, escribiendo poemas provocadores que sólo él podía leer, escuchando radio clandestinamente de Cuba y leyendo poemarios que evocaban libertad y revolución, una vez me contó que los jóvenes del campo, aquellos que habían sufrido los años del tirano, acordaron clavar esa placa el día que se liberaran de su yugo.

El miércoles 31 de mayo a las 5:00 am, con autorización de Don Juan, quien les dejaba reunirse en la enramada de su patio a discutir sobre el futuro de la nación, mientras tomaban café y jengibre, cortaron un rectángulo del viejo limoncillo y aseguraron con tornillos galvanizados la pesada placa de metal. Duraron más de un año con ella escondida, esperando el momento, y el 30 de mayo del 1961 les llegó la noticia de que Trujillo había sido asesinado. 

Los hermanos Coste; Serafín, José, Memen, Chuchú, Papa Mio, Antonio, Agustin, Edita (mi abuela), Marola y algunos de los Polancos, que vivían después del Medranche, también dos de los Malares, del Aljibe, y hasta Nina Caridad, Tia Milagros, Tía María y Mami Tete, las esposas de los hermanos, se dieron cita para hacer el trabajo lo más rápido posible, estimaban que les tomaría tres minutos y medio en hacer todo, y asegurarse que la próxima generación supieran el porque de la placa.

Las mujeres se reunieron frente a la capilla para orar por "la gran perdida" de la nación, faltaban cinco minutos para las 5:00 am. Antes de entrar se persignaron, y le llevaron café y pan, a los dos guardias del cuartel, para mantenerlos dentro de la casucha, los Malares y los Polancos, que venían caminado despacio, pero hablando un poco más alto de lo normal, para llamar la atención, servirían de distractor, mientras que Chuchú, José y Tio Fifín (Serafin), clavaban la placa, los demás, estaban escondidos en las galerías de las casas para crear una comosión, en caso de que fuera necesario.

A las 5:03 am, sólo faltaba un tornillo, fue cuando el Sargento Alar levantó la mirada y desde la persiana del cuartel, rebuscó en la oscuridad en dirección al limoncillo de Don Juan, cerrando un poco los ojos para mejorar la mirada, se inclinó un poco hacia el frente mientras le echaba manos al fusil, fue cuando salió corriendo de Las Ruinas el vigilante, Jean Claude, un joven dominico-haitiano, que había nacido en el campo, de padres que llegaron a trabajar en los cafetales de La Vega, gritaba a toda garganta, con sus gigantescas manos en la cabeza; "Matao al Jefe, Matao al Jefe, Ay Dio Mio, Matao a Trujillo"...mientras corría hacia el cuartel. Alar miró al raso Pérez y con la cabeza le indicó que atendiera al haitiano. Las esposas recogieron las tazas, aparentando estar asustadas, se taparon sus cabezas con los paños de luto y se dirigieron a la capilla. 

Alar retornó a ver lo que estaba pasando en el frente de Don Juan, pero ya sólo se veía una que otra luciérnaga escapándose de la claridad que lentamente iniciaba día. Caridad se viró a ver a Jean Claude, y este con una leve sonrisa, casi tan imperceptible como la de la Mona Lisa, le aseguró que todo estaba bien, que el plan había trabajado. Debajo del velo Caridad sonrió también.

En unas horas, cada dominicano o dominicana, que sabía leer, de los campos de Cutupú, Rio Verde, Colorao, La Vereda, El Sumbio, que hacían el viacrucis al Santo Cerro para rendir respeto a la muerte del Benefactor de la Patria, se detuvo a leer la placa de metal en el árbol de Don Juan.
"Por cada gota de sangre derramada, por cada lágrima de una madre, por cada joven que guarde cicatrices de la infamia, despertará una voz de la conciencia y recordaremos que nunca, jamás, volveremos a permitir que un hombre se eleve por encima de su pueblo."
-- Mayo 30, 1961
De aquellos jóvenes de la Era de Trujillo, mis tíos, mis abuelos, sólo queda uno, Tío Chuchú, en sus ojos puedo leer un millón de vivencias, de historias contadas, y muchas más sin contar. Hoy, más que nunca, cuando muchos cuestionan nuestra identidad nacional, es vital que recordemos que ser quienes somos ha costado sangre, lágrimas y dolor, que cada uno de nosotros lleva la marca sagrada de Duarte, Sánchez y Mella, que no debemos pisotear a los demás, pero que nunca, jamás, permitiremos que nadie, ni individuo, ni gobierno extranjero, ni fuerza universal, nos subyugue a ser menos de lo que nos ganamos luchando; nuestra nación, nuestra independencia y nuestra libertad de decidir lo que es mejor para nosotros.

¡Celebra Hoy Ser Dominicano!

El Logro de la Sabiduría


Una vez un grupo de amigos hicimos un viaje al Canadá para ver un poeta que nos gustaba mucho, Alden Nowlan.

En ese tiempo empecé a escribir y las ideas me quemaban la mente, como el fuego de una caldera que nunca se extinguía. 

Alden empezó su charla con una frase que se me quedó clavada entre el lóbulo frontal y la última neurona del cerebelo para toda la vida; 
"El día que un niño se da cuenta que los adultos son imperfectos, se convierte en un adolescente (y me miró); el día que los perdona, se convierte en adulto; pero el día que se perdona a si mismo, alcanza la sabiduría".
Yo era el adolescente que empezaba a entender el mundo, la ultima frase empecé a entenderla a mis cuarenta y pico, aunque me creía el dueño de todo, empecé a comprender que todo era más grande que yo. Empecé a entender a mi padre, y sus largas horas en un partido político de un país que había dejado, hoy yo soy el que amanece en reuniones y política. Empecé a entender a mi madre, y su afán, constante, de que habláramos el español, "nuestro idioma", a la perfección, hoy soy yo el que peleo con mis muchachos para que dejen el OK, KLOK y las demás payasadas linguísticas que no ayudan en nada. Empecé a entenderlo todo, y fue cuando mejor entendí lo pequeño e insignificante que somos, especialmente yo.

De regreso del Canadá, yo venía sentado atrás, los cuatro apeñuscados en tres, cansados, pero llenos de vida,  el autobús de Greyhound casi vacío, leyendo en voz alta uno de los libros que compramos en la charla, no importaba de que discutíamos, lo importante es que por trece horas, cuatro jóvenes dominicanos conoceríamos más del mundo, despacio el velo de la ignorancia se nos caída.

Aún nos falta mucho, muchísimo, pero hoy, ya con nietos, pienso en ese viaje y me duermo meditando si podré perdonar algún día a mi más terrible critico, yo mismo. ¡Espérame sabiduría, que el camino es largo, pero no me he detenido!