Las Resoluciones de Año Nuevo

Por Juan Fernández


¿Por qué nos trazamos metas inalcanzables? ¿Qué nos dice esta costumbre acerca de nosotros mismos?
Las más sencillas y comunes de nuestras resoluciones apuntan a mejorarnos: perder peso, ejercitarnos más, parar de tomar, aprender inglés o durar menos tiempo en Facebook. A mí me parece que esto es un reflejo de nuestra tendencia a no estar satisfechos con nosotros mismos, una forma de pensar que ocurre naturalmente en sociedades complejas, como la nuestra, repletas de condiciones que nos conducen a sentirnos inferiores; pero a la vez, tratamos de expresar nuestras esperanzas.

Hasta cierto punto, las resoluciones de principio de año son excusas para compensar por los descuidos del año anterior. Nuestras buenas intenciones son como licencias para las extravagancias de nuestros intereses comerciales con las que cerramos el año. Comemos y tomamos demasiado en diciembre y queremos adelgazar en enero; creamos ciclos perpetuos de doce meses donde acumulamos deseos y los fracasos de las ilusiones del año anterior.

Siglos atrás los sumerios iniciaban el año retornando a los demás las herramientas y cosas que habían tomado prestadas y pagando sus deudas. Quizás para ellos era más fácil; no tenían tarjetas de crédito, ni rentas tan excesivas, ni campañas tan complejas; pero el punto es válido…sus resoluciones eran obtenibles.

Los psicólogos creen que es mejor simplificar nuestras metas para cubrir todas las bases en un solo colofón: Aprenderé a jugar tenis (nuevo) para ponerme en forma (salud) y ganarle en algo a Gabriel (específico) sin humillarlo (moral).

Para evitar fracasar, debemos poner en nuestra lista resoluciones que realmente podamos lograr. Por ejemplo; “Voy a empadronar, mantener contacto y sacar a votar a 10 dominicanos para que mi partido mantenga mi país en el camino hacia el progreso”, en vez de proponerte que todo el que conoces va a hacerte ganar las elecciones. Al final, esta última meta se escapa de tu control.

Muchas de nuestras resoluciones están destinadas a fracasar y hacernos sentir que vamos perdiendo nuestra estima y sentirnos decaídos. Les propongo lo siguiente: en vez de llenar una lista de metas tontas, hagamos compromisos sencillos, de objetivos simples que podamos alcanzar y sentirnos satisfechos de lograr hacer lo que nos proponemos y cumplir las resoluciones que nos trazamos.

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