Por Juan Fernández
Con el pasar de los años cambiado alguna costumbres; hemos cambiado la visita por un mensaje de texto, un beso por un "like", un abrazo por una carita de dos puntos y un paréntesis y la espada y el escudo por el sufragio, por el voto. Con los miles de años del mundo civilizado, aún no hemos cambiado nuestra necesidad por la guerra por su transformación natural, el intercambio entre naciones.
En los tiempos medievales, los reyes se disputaban terrenos, riquezas materiales, y hasta personas; esclavos, criados, súbditos, esposas, concubinas y hasta eran herederos de pactos celestiales hechos en la tierra. Hoy es casi lo mismo, hemos cambiado los reinados por gobiernos, los terrenos y riquezas, aunque mejor distribuidos, aún están en manos de unas cuantas familias burguesas, y las personas, en busca de ideales, se unen a líderes de masa, se alinean en brigadas electorales y pretenden, con el voto, que llegue un líder que los conduzca a ese mundo ideal donde sus aspiraciones puedan hacerse realidad.
La pregunta para mi sigue siendo la misma que se plantearon muchos cientos de años atrás; ¿Valen la pena las guerras? O sea, ¿Vale la pena luchar por este partido contra otro?
No, no vale la pena, todas las guerras "contra" algo o alguien, terminan en dolor. El pensar en los demás como "contrarios" nos va a costar la paz interna, nos va a costar la nación y será cosa de tiempo antes de que veamos en nuestra institución lo que criticamos a los demás.
El secreto está en luchar "por" algo o alguien, en unirnos a una causa justa, el luchar por ideales. Olvidarnos de los hombres y seguir sus ideales. Escuchemos si sus ideas son elocuentes, si sus planes son sólidos y sus ideales nos inspiran. Los hombres vendrán, harán promesas y sus ciclos terminarán, pero los ideales viven por siempre en el pensamiento libre de cada uno de nosotros.
En unos meses iniciamos una lucha para llevar a uno de nuestros líderes al palacio presidencial, debemos enfocarnos en el "porqué", en cada uno de nosotros debe prenderse la llama de la razón y la inspiración.
Yo voy a entregar el todo por la causa de mi partido, me alinearé, seguro de que mi candidato continuará el plan de nación que mi país necesita. ¡Mi voto será siempre morado!
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