Por Juan Fernández
Muere despacio conmigo en las noches, mujer,
la muerte eterna de mis amores tan vivos,
despierta en las mañanas frías en mis brazos,
como la diosa sagrada de mis colmados ardores.
Duerme bañada en mis íntimas efusiones, mujer,
en el silencio de los gemidos de mis pasiones,
dame la vida en un beso eterno de emociones
muere conmigo, pues en la muerte encontrarás la vida.
Yo no te brindo tesoros, te brindo mi vida.
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