Poema: Marcados por Segundos

Por Juan Fernández

La vida es un reloj atómico
sin manecillas,
rota al compás
de nuestras más distraídas decisiones,
marcando las horas,
lentamente,
de nuestras exasperadas existencias;
cortas o largas, no importa;
sabias o torpes, no importa si importa;
blancas o negras, ¡qué importa!;
puras o malditas, ¡menos!

El reloj no es una variable
con la que podemos divertirnos,
es la constante con la que medimos,
en dolor,
muchas veces en angustia,
nuestros errores del minuto,
sangrando por segundos.

Queramos o no,
la vida nos convierte en garabatos,
nos pasa cuenta por cada lapso consumido,
como si fueran prestados,
con intereses agotados en castigos.

Queramos o no,
la vida,
como el reloj,
no se detiene a esperar
que nuestras decisiones sean
puras, sabias y correctas.

Ella sigue.

El tictoc no se detiene a esperar
que nuestra subsistencia no duela.

El reloj no juzga ni castiga,
sólo cuenta nuestros decretos universales,
marcando, para siempre, nuestras vidas.

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