Por Juan Fernández
Bajo las luces escépticas
de las serenas claraboyas
de mi taciturna razón,
aquellas que flotan entre mis aspiraciones
y mis firmes ilusiones,
vuelan, entre parpadeos,
las luciérnagas de mis sentimientos.
Cada una con su propia luz,
algunas delicadas, azules e indiferentes,
otras rojas y candentes,
como electrones perdidos,
orbitando en la circunferencia
del núcleo de mis sutiles esperanzas.
No pretendo llenar la distancia
entre las lumbreras de mi mar
con promesas ni compromisos
de futuros que no tengo,
ni pretendo con mis apetencias
crear tentáculos que no sirvan
para sujetas ni un respiro.
No se trata de lograr
el control dañino de la libertad
y la inocencia,
sino el despertar de la conciencia
y la evocación de un futuro distinto,
mejor, estoico.
Yo nací para ver mis pensamientos
volar en el cielo nocturno,
iluminado por la luz de las boyas
de mi conciencia,
por las señales claras de mi entendimiento
y el eterno afán de lograr mis metas.
Yo nací para crear,
para cambiar de opinión con el convencimiento,
para ser autosuficiente
y para lograr que de mis pies nazcan raíces,
de mis brazos alas, para volar
y cuando decida aterrizar
sembrar mi presencia
y que mis poros nazcan frutos.
Soy mi luz, mi agua y mi tierra.
Nací para respetar los otros cuerpos celestes
en el universo de la conciencia,
la paz y el amor.
Acompáñame con tus lunas y tus soles
a crear el espacio que nos merecemos.
¿Cuánto tiempo vas a durar aceptando
el universo incierto de los demás?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario