(Escrito a la Guerrera Mamá Tingó)
Por Juan Fernández
Las tierras de este campo de norte,
en este país frio y perdido que nos cobija,
necesitamos hoy tanto de ti,
de tu coraje y tu lucha para defender
nuestra siembra virtual y nuestra cultura
de un enemigo invisible
que cada vez nos arropa más.
Necesitamos tu visión de justicia
con la misma entrega que lo hiciste allá
en Yamasá, por los lados de Hato Viejo.
Tu Villa Mella querida, de la que tanto hablamos hoy día,
con sus elevados pilares de concreto modernos
y rieles de una locomotora veloz,
te vio nacer una noche de un noviembre sin fin
en medio de una década de inocentes canciones
en protesta de una invasión.
Así nació una guerrera del seno de una nación.
Siendo aún una niña de la vida
de un conuco de un suegro,
con la energía de un batallón,
a tus sesenta años un cobarde
se escondió para quitarte la vida,
y salió de su madriguera,
como un lobo feroz,
trabuco en mano, sin sentido,
y le temblaba la voz,
con tu machete lo enfrentaste
como una guerrera indómita,
símbolo de una patria
y leyenda de una nación.
Dos disparos mermaron tu cuerpo
pero no tu espíritu ni tu entrega.
Felipe y Jesús Maria quizás nunca entendieron
a quién unieron sus vidas,
pero al llevarte a Hato Mayor
despertaron una pueblo dormido.
Florinda Muñoz te decían,
los que nunca te entendieron
ni respetaron tu causa,
pero para mí siempre serás
un símbolo de respeto,
para mí siempre serás Mamá Tingo.
2 comentarios:
Esta frece está elmosa
Poema de mama Tingo
Publicar un comentario