Juan Fernández | Diciembre 11, 2016
Te sigo amando, reconcomio alegre,
como se aprecia un abrazo cálido
en las madrugadas más frías,
desconociendo los límites del todo,
con la simpleza pavorosa de la nada,
juzgando una vida de momentos eternos.
Te sigo amando, amor, arduamente,
con la ternura inocente de un niño,
como las rosas cultivan sus espinas,
por necesidad de vivir sin prejuicios,
por amar simplemente sin prohibiciones,
con la libertad que otorga la paz.
Te sigo amando, detenidamente, mi ser,
porque eres savia, que sabes colmar
el tallo de mi árbol con tus encantos,
porque sin tus hechizos endiablados,
amar pierde razón de ser, pierde sentido.
Te sigo amando, absolutamente, bondad,
porque mis sentimientos más profundos
han aprendido a correr tras el sabor embriagador
de cada uno de tus más escuetos besos.
Te sigo amando, simplemente porque respiro.