Juan Fernández | 12/6/2016
Cuando el amor verdadero nace,
nunca se pierde, no, sólo se esconde.
Se pierde, quizás, la expresión al otro
y nace el intento fallido del olvido,
pero no el amor, este, como todo vicio,
cual parásito de las emociones más primitivas,
se encalla en lo mas profundo del cerebro,
en el área más recóndita de la ínsula
en la corteza cerebral y el núcleo estriado,
sin dejar, como un insecto, de convertirse
en la plaga más dañina y embriagadora.
Una vez infectado, te pierdes tú,
pero, por mas que lo intestes, no el amor.
Si pierdes el amor completamente,
entonces nunca fue un sentir verdadero,
quizás fue algo similar, quizás parecido,
ya, hoy en día, como tontos, le llamamos amor
a cualquier sentimiento que se parezca,
pero el amor verdadero, como todo ser viviente,
se anida en nosotros, se agarra defendiendo su vida,
y nos da razones para...sentir y vivir sin límites,
pero el maldito, jamas, aunque lo intentes...pierde.