Mis Inútiles Sentidos (Corregido)


Me sacaré los ojos, como si fuera yo un cuervo, llenaré de arena las cuencas de mis sentidos, pondré mis ojos en bandeja de plata, para que sean consumidos por hormigas, no quiero ver más, son inútiles mis luceros muertos, si no puedo ver el cambio que podemos alcanzar, yo, casi ciego, junto a los míos.

Regalaré mis tímpanos, para que un sordo me convenza que no eran culpables mis sentidos, sino los filtros que me impusieron toda la vida para olvidar el sufrir. De que sirve oír, si no puedo escuchar nuestros propios gritos. Las ondas sonoras de nuestras entrañas carecen de principios, si no pueden ser auscultadas por un alma que las cobije. Se pierden en repercusión en las paredes mudas de las salas del teatro de nuestras insignificantes existencias. Somos Ilusos, oímos sin escuchar, escuchamos sin importarnos, y no procesamos ideologías ni pensamientos. Quizás ya ninguna de las dos existe.

Caemos en un abismo, vociferamos en palabras instauradas, en idiomas inexplorados, lo que sentimos no sirve, mejor que se me caigan los dientes, son decorativos, juntos a mi lengua, si no sirven para expresar nuestros suplicios, mejor que las encías se me conviertan en una pieza, las quijadas no tienen por qué moverse, y las palabras honradas, que debo usar, cada día me castiguen. Somos esclavos de lo que decimos y amos de nuestros silencios, pero si callamos lo que tenemos, por obligación, que decir, entonces es mejor cortarnos la lengua, quizás ni sirva para alimentar los perros abandonados, es un pedazo de carne podrida.

El hálito de una noche fría cae sobre mi cuerpo desnudo, arrancando poros y músculos, carente mi organismo de equilibrio, epidermis sin sentido, de que nos sirve tener piel, si el látigo de verdugo sigue azotando las espaldas de los míos, yo no quiero que me cubra, mejor que le sirva de abrigo a un indigente, si no hago nada con ella, su indiferencia a este mundo vale más que la mía. Quiero ser merecedor de tan preciada ofrenda de vida, mi piel, lucho, para que sea mía, día tras día.

Me siento perdido, con la cabeza hueca, llena de algodón, forrándome el olfato y saliendo de mis oídos, de que me sirve la orientación, si tengo un cerebro descompuesto, putrefacto, rancio, su neuronas moradas y amarillas, si no lo uso para servir a mi gente, para merecerme caminar a su lado, para lograr su respeto y admiración, que me llamen uno de ellos. Mejor que me cocinen los sesos y alimenten los puercos, quizás así tienen sentido.

El alma se me pierde entre los vientos, el corazón no me late, mis intestinos rellenos de lombrices. De que me sirve este saco relleno de huesos y estiércol, si no lo uso para trazarnos caminos. Perderme entre listados cerrados o abiertos, no tiene sentido, los colores de un millar de perdidos se han mezclado en lo mismo, una amalgama de siluetas luchando por un pastel de arcoíris, sus labios asquerosos lamiendo en anticipo, como quien sabe el sabor del almíbar del relleno que sudan, en sangre, los míos.

Yo no quiero vivir en desafío, ¡para qué!, pero no pienso dejar de decir en todo lo que confío. Pon en una balanza tus sentidos y pesa si tienen sentido formando parte de tu universo vacío. Mejor toma una pistola y quítate la vida, si vas a vivirla sin sentido. Fuiste creado para algo, con un fin, entonces honra a tu creador dándole a todo esto, que llamas vida, sentido. 

Yo voy contando mis pasos, marcando mis dias, y se, hace mucho, que no soy nada ni nadie, la lucha por crecer es perpetua, enseñar es el destino, ¿y tú, estás listo para medir tus sentidos?


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