Juan Fernández
Vivimos en un piélago insondable
que no nos corresponde,
amos momentáneos de olas inusuales.
Somos como mantarrayas
planeando en el mar
de nuestras emociones.
Nos aferramos a cada sifón,
como si fuera el último huracán
de nuestras desnudas costas naturales
y nos sumergimos en fosas idílicas
sin medir donde acaban.
Entonces llegan tú y tus delfines,
como si fueras Neptuno
en un millar de caricias liberales.
La necesidad de morir
se me va a otros lares
y me llenas el océano de tus caudales.
Puedo vivir, para siempre,
en una sola gota de tus besos
y morir, en pequeñas muertes,
en el torbellino de tus caderas letales.
((El cáncer de mamas no es exclusivo de nuestras reinas, también los reyes deben revisarse. En EE. UU. 2,550 hombres son diagnosticados cada año. ¡Vamos, todos, a hacernos la prueba hoy!))
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