Juan Fernández
Se disuelven,
lentamente,
en tus manos mis dolores
y se me esconden
los pensamientos
hasta llegar al silencio
que solo vivo en tus brazos.
En tus hombros,
fuertes,
apoyo cada respiro,
como si fueran pesados,
provocando el olvido
de mis días cansados.
En tus pechos me pierdo
y evoco la voz del Divino,
te abrazo y te consumo
en pequeñas miradas.
En tu vientre corro,
como cuando era niño,
por el simple placer
de escucharte reír,
y me duermo,
contigo tocando mi espalda.
Eres una diosa
postrada en mi cama,
y te veo,
y te admiro,
y me pregunto,
que hice tan bien
en mis otras vidas
para merecer ser parte
de tus anhelos.
Duerme Pequeña Gigante,
que en mis brazos forjaré tu reinado.
((Este mes dedícale un minuto a las mujeres que amas y acompáñalas a hacer la prueba del cáncer de mamas. Las reinas nunca deben estar solas, al menos que ellas lo quieran.))
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