Por Juan Fernández
En mis grandes manos guardo
el sutil recuerdo de mil toques,
la razón de mil recuerdos.
En mis cálidos besos siento
el aire de tus más ardientes deseos,
y la experiencia del sentimiento.
En mi piel he grabado la memoria
de tus más íntimos deseos y gemidos
y el pedir silente de tus orgasmos.
En mi alma guardo las suaves palabras
que me gritas al oido.
En mi corazón, el nuevo y agradable
latir de la certeza.
En el aire que respiro vive la razón
de amarte, el simple hecho de ser.
El como, el porque, y el cuando
ahora, al fin, tienen sentido.
Gracias por conjugar toda una vida
en sólo uno de tus besos.