Juan Fernández
Saltamos, como chicos retozones,
entre recuerdos, como si fueran folios
que levitan en la superficie resplandecientes
de la laguna de la aspiración de mil amores,
y nuestros sueños.
Buscamos, como insectos, disimulados,
como si fuéramos infantes traviesos,
jugando a reírnos entre flores de cerezos,
el amor elusivo, que corre entre siluetas.
Pernoctamos, rotando sin sentido,
arropados entre sabanas de nubes de esperanza,
que parecen copitos de algodón,
en un cielo de promesas engendradas en silencio,
palmas que se aprietan,
respiros que emponzoñan el momento.
Despertamos entre cálidas despedidas,
apaleados por millares de látigos de músculos cansados,
embriagados entre sueños y fantasías,
que nos miman, lentamente, como críos.
Botamos placeres dotados de hermosura,
como si tuviéramos excesos de ternuras,
o poseyéramos dotes de alas del olvido,
escondidos entre cientos
de espejos fulminantes de miradas y sonrisas.
Tú que me pierdes con la magia de tus besos,
y te duermes,
yo que me transformo
y me convierto en el aire que buscas día a día para el respiro.
Vivimos entre moléculas de delirios cargadas de luz,
que como esclavos nos imponen los amos
del circulo hermoso del afecto.
Los recuerdos son...el sudor de la vida.