Si exiten azules moretones en las costillas y ojos de un niño maltratado y sus hermanitas se esconden de un abusador desalmado, aún no tenemos la protección divina de Dios.
Si creemos que el blanco es mejor que el negro y no hemos aprendido a disfrutar de la rica gama de melanina que cientos de culturas depositaron en nuestro suelo, aún no sabemos ser Patria.
Si el rojo de la sangre aún corre en las mejillas de las reinas y diosas de mi país y sus cuerpos son razón de irrespeto y velorios, y al día siguiente la olvidamos, aún no tenemos Libertad.
Si las blancas sonrisas inocentes de miles de adolescentes; bellas, capaces e inteligentes, aún son empañadas por viles proxenetas, que las venden abiertamente y consumimos sus cuerpos como si fueran manjares, aún estamos subyugados a una esclavitud perpetúa.
Si los ojos despiertan rojos y cansados de cientos de niñas, que, sin ser aún adolescentes, cargan un niño en sus vientres, antes de empezar la intermedia, aún somos prisioneros en nuestras malas prácticas y sucias débiles mentes.
Si azules son las firmas en los documentos ilegales que expedimos a migrantes irregulares y por pocos pesos vendemos nuestras fronteras y nacionalidades, entonces no merecemos llamarnos, aún, hijos de Duarte, Sánchez y Mella.
Yo, este 27 de Febrero, conmemoraré el día, por el sacrificio que hicieron por mí, pero aún no puedo celebrar con fiestas y algarabía, porque yo sólo celebro la vida y las metas cumplidas.
Con gran pesar sólo comemoro las fechas de los duelos de cada mujer enterrada a destiempo; las perdidas, en manos de idiotas, que roban inocencias; y las fechas que causan tristeza a miles de personas indefensas que ponen en nuestras manos sus futuros y bienestar, y aún no les cumplimos.
Celebraré el día que bajo el cielo de mi Dios, mi Patria pueda gritar a toda voz que gozamos de la Libertad que soñaron los padres de mi nación y rescató Luperón.
El reto está aún por cumplirse, evaluaremos el próximo 27 de febrero.
Continuará...