Los Momentos Que Dejamos


Somos las memorias que perdemos, caminando entre hojas secas de un otoño, copos de un invierno en medio de tormentas tropicales. Vamos muriendo poco a poco en cascadas de crónicas que dejamos entre renglones. Iniciamos caminos que se desvanecen en la nada, dejando migajas que se malgastan y nos perdemos recorriendo en círculos de historias que contamos. Somos honrados por leyendas del pasado.

En los millares de calzadas que la vida me ha trazado, como líneas de mapas de una metrópolis de carreteras entreveradas, nace siempre, en cada una, la esperanza de encontrar una vía de claveles de cristales, pavimentada en laureles, con un destino deliberadamente despejado, y se nos prenden las luces que una vez apagamos, y se nos marcan las sendas con un millón de señales, tomamos un paso, nos olvidamos del pasado.

Cada paso que damos nos afirma el sendero, y vamos trenzando sueños, con los hilos de nuestros gusanos de seda. Caminamos con nuestro fardel de esperanzas al costado, con calzados construido de anhelos y abrazos. Nos increpamos por cada paso que no damos, y perdemos el ritmo que nos lleva a nuestro destino, y miramos atrás, culpando los pasos que no dimos en nuestros caminos del pasado.

Diseña nuevas rutas, que nadie haya andado, no te pierdas en las calles que marchaste y has olvidado, dibuja nuevos mapas en las hojas blancas del diario secreto de la academia de tu vida. Se maestro y señor de tu propio destino y camina por las calles empedradas que construyes con los adoquines desnudos de las experiencias de tu pretérito, repletos de heridas curadas del pasado.

No te detengas caminante, calza zapatos nuevos, que tu viaje no ha empezado.




Compromiso Social


En el fragmento más bajo del viaducto del bar nocturno de tu vida, entre las sombras más tétricas, donde las aguas salinas se mezclan con la miel dulce y cristalina, donde los peces no tienen sentidos y nadan en peceras de Moët y vino tinto, sin escamas, las sirenas cantando aleluyas acompañadas de arpas y violines, las ranas nacen en barriles de whiskey con los intestinos repletos de lombrices. Ahí, tus ojos pueden verlo todo.

A unas pulgadas de las columnas de soporte del puente de ilusiones que te regalan, construido por delfines y ballenas asesinas, donde por hablar se te pudren los dientes y tus sueños son tejidos en hilos de parásitos, donde tus huellas y tu futuro se desvanecen entre juegos de azar, barajas, bailes y nicotina, donde las sonrisas son pagadas con la nómina de tu sangre extraídas por agujas repletas de heroína, donde te venden el amor, los besos y hasta los hijos, al por mayor o detalle. Ahí, tus oídos pueden oírlo todo.

Donde te dijeron que nacían los sueños de todos en el universo, burbujeando en una copa de champagne, donde los arcoíris paren palomitas de maíz y semillas revestidas de chocolate y azúcar, donde las fantasías se dibujan en discotecas de cristal, empañadas por el polvo de alguna planta mística y recóndita, directamente importada del sur, debajo del árbol de las peras de plata, donde duermen las gallinas de los huevos de oro. Ahí, tu nariz puede olerlo todo.

Donde palpita tu cerebro, consumiendo células grises por millar, y tu corazón discurre planes y proyectos, donde logras arar el cielo, y de las nubes te crecen hortalizas, que comes con tu familia, que no existe. Miras hacia abajo, buscando en la tierra un Dios que no entiendes, cortado de revistas de modelos de otros mundos, y te pierdes en las lluvias que te caen de las piedras y el asfalto de un camino vecinal. Ahí, tu piel puede sentirlo todo.

Esta noche, donde estés durmiendo, donde este mundo te permita posar la cabeza, rentándote los barrotes del vagón de un tren descarrilado, después que te azoten la espalda y perfores la tarjeta de salida, por la que vendes tus suspiros, cuando la piel sangrienta se pegue de la tela de la blusa de tu espanto, cuando tus sentidos puedan absorberlo todo y la razón tome conciencia, cuando despiertes y notes que no eres más que un engranaje poco engrasado de un aparato infernal que te vendieron como el paraíso terrenal. 

Entonces, levanta tu cabeza y sonríe, viste tu mejor disfraz, arlequín, píntate la sonrisa que desean todos ver y baila en círculos interminables en las cajas de músicas de los amos de tus expresiones, eleva la frente al cielo y desnuda tu saber, busca en los dólares, que imaginas podrás recoger en las calzadas, alegría, pan y vino, ponte la soga al cuello, y párate en la silla de la destrucción de tu cultura y tus sueños de niña. Tómate una “selfie” más con el celular de tus pesadillas e invade las redes con la magia de tu risa perfectamente tatuada. Ahí, al fin, eres una diva.

Cumple con el rol que te escribieron en el guion de tu vida, como cualquier bufón de la corte del rey de tus opresiones, se feliz y sueña con los angelitos del infierno de tus últimos días.

¡Felicidades eres una Estrella Social!

Las Espinas Dorsales (parte 2)

Juan Fernández

Las espinas dorsales tienen dos razones de ser; una, mantener el cuerpo erecto cuando necesitamos caminar con la frente en alto, la segunda, y quizás la más importante, cuando necesitamos eliminar los temores, cuando la vida nos cuestiona, cuando necesitamos enfrentar nuestros miedos, cuando necesitamos asegurar que nuestros pasos sean firmes. Eso lo determinamos nosotros.

Es posible que científicamente alguien lo defina con más raciocinio, con mejores palabras entre buscadas, de diccionarios desconocidos, pero esto no tiene nada que ver con la ciencia. Desde ese punto de vista todos tenemos una columna vertebral, pero pocos han creado las condiciones para asegurase que esas vertebras no se conviertan en obstáculos y la rigidez termine matándolos. Eso lo determinamos nosotros.

Treinta y tres pequeños discos que dictan el momento perfecto para transformarnos en seres con sentido. Hace millones de años que dejamos de ser moluscos de algún lago, y echamos patas, algunos dirán que fuimos creados así, seres casi perfectos, hace sólo seis mil años. Quizás la naturaleza nos obligue a arrastrarnos, algunas veces, en otras nos dará la oportunidad de ser dioses, y sacar una espina dorsal de donde muchos pensaban que no teníamos nada. Eso lo determinamos nosotros.

En los meses por venir, aquí en la tierra de las oportunidades, tendremos la oportunidad de separarnos de los invertebrados, podremos escoger ser gusanos, comer de nuestra propia tierra, o podremos ser águilas, tendremos la oportunidad de echar una columna y volar. Eso lo determinamos nosotros.

Tienes todo lo que necesitas para poder hacer lo que quieras, solo tienes que entender que el mundo es de aquellos que se sienten dueños de si mismos y aceptan la realidad de lo que viven. Tu decides. Eso lo determinamos nosotros.

Te veré la próxima vez que pase por tu nube.