Duerme en mí,
fragiles canciones locas y silentes
de llamados inútiles a la conciencia,
de irresistibles sonidos, mudos, raros
que se desvanecen solos en el éter.
Ritmos dulces escodidos en nobleza,
en los bemoles de mil deseos
y notas brillantes de auroras boreales
en el ecuador de mi existencia.
Duerme en mí,
corazón de pétalos formados de sol,
como Duermen los pensamientos
en las mentes de mi buena gente,
que transitan buscando glorias muertas,
en la soledad perpetua de sus sueños.
Sueños de otros sueños que nunca llegan,
en una realidad dormida que no existe.
Duerme en mí,
curiosidad primitiva, incansable e infinita,
respira el dolor del aire que respiro,
lamenta el sudor cálido de mis lamentos,
la pasión de mis profundos sentimientos,
despierta del sueño en esperanzas palpables,
de metas trazadas en acciones tangibles,
y el ardor vivo, que te queme, en la sangre
de despertar de una vez el pensamiento.
Duerme en mí, aprende, analiza e intenta,
o muere en sueños en tu ataúd de lamentos.
o muere en sueños en tu ataúd de lamentos.
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