Juan Fernández © 2018
Creamos tormentas de sentimientos con nuestros pasos de vientos, dejamos huellas en la arena de cristales que rompemos con nuestras decisiones, ajenos del todo, conocedores de nada, contadores de pétalos y creadores de firmamentos. Nos convertimos en huracanes en el cielo de los planetas que compartimos, por breves instantes, con otros que luchan por tejer los lienzos de sus existencias.
Somos dibujos animados en la película psicodélica de la vida que criticamos de algún adolescente que repudiamos, nos convertimos en cicatrices en sus rostros perfilados en redes antisociales, dictadores idealistas de reglas irrelevantes, nos esfumamos, y nuestras huellas en la arena se pierden con el golpear constante de olas del olvido y la ignorancia, no logramos nuestros objetivos, se nos pierden los genes en cárceles que construimos con los sueños de nuestros jóvenes y los gusanos transforman nuestras moléculas en polvo en los cementerios de nuestras propias desgastadas ilusiones.
Gastamos el tiempo decorando nuestras tristezas, base de colores pálidos que ocultan el desespero, colores pasteles para aparentar estar llenos de vida, mascara y pintalabios que nos resalten la vida, fusión fortuita de lágrimas y pesadillas que nos cubren las pelucas y las fajas apretadas en las costillas. Jugamos a ser tormentas, y no llegamos a ventarrones, nos perdemos entre las hojas secas que arrastramos en el polvo de nuestros pueblos fantasmas.
Caminamos solos…entre tormentas de sueños.