jbfernandez.com
(Décima)
Por horas busqué en la historia
el nacer de un niño del oriente,
al que querian matar de repente
sin que pudiera brillar su gloria.
Busqué en la sagrada escritura
y Josefo me contó las locuras.
Nació en un pesebre, en Belén,
pero no he podido comprender
como nació entre ovejas el ser,
que su madre llamó Emmanuel.
Busqué entre líneas noche y día,
leyendo desde Mateo hasta Juan,
buscando entender mejor el afán
de ocultar la verdad de su vida.
Me encontré con datos vitales
en arcas de bibliotecas digitales
pero no encontré muchos los detalles
de como una virgen parió a un ser
que todo el creyente llegó a ver,
como el Rey de Reyes celestiales.
Entonces oí instrumentos bellos
entre cánticos de compatriotas,
me puse gorro y cálidas botas
y salí a cantar, en júbilo, con ellos.
Sin saber de fechas, ciertas o erradas,
cantamos a toda voz y a carcajadas,
que había nacido, hoy, un niño de luz.
Entre lágrimas, por fin, pude entender
que es en mí que nace el divino Ser
que me dió la vida al morir en la cruz.
¡Gracias por nacer Niño Jesús!
¡Feliz Navidad!
La Puerta de Bronce
jbfernandez.com
2018
Mr. Albert Saunders, un viejo irlandés amigo de mi abuela, quien le rentó un cuarto en los años 40, antes de que ella pudiera rentar su primer apartamento en la calle 85 y la avenida Columbus, me contó, en su lecho de muerte, hace ya mucho tiempo, que él fue parte de un grupo de personas que planificaba el futuro de la ciudad, todos descendientes de las primeras familias europeas que llegaron desde 1626. Me dijo:
"Escucha, escribe esto si deseas, no quiero que la historia se pierda. En la mañana del 24 de diciembre del 1963, como todos los 24 de diciembre, los siete miembros del Consejo de Nueva York se reunió con fin de planificar las tres metas principales para la ciudad. Uno de sus miembros, Wagner, era el alcalde y fue escogido presidente del Consejo noviembre 22 de ese mismo año. Grandes cambios se podían vislumbrar para la ciudad, después del 22 de noviembre del 1963.
El Consejo llevaba más de 200 años reuniéndose todos los diciembre 24, como lo hacen hasta el día de hoy, el punto de encuentro era la estación de City Hall, hasta que implementaron el cambio de tren en 1945 y los nuevos vagones no podían girar en la curva de la estación, fue más fácil cerrar la estación que cambiar los vagones, ese año movimos las reuniones a la calle 72.
La Guardia había mandado a hacer una oficina especial en la parte de atrás de la plataforma del tren 1 del lado sur y los miembros conocíamos el mecanismo secreto para salir del tren, sin ser vistos y entrar a ese espacio privado. Allí teníamos una mesa de caoba y sillas cubiertas de piel muy fina, luz eléctrica y hasta un teléfono, aunque nuestra reunión solo era una vez al año, los alcaldes la usaban como trinchera secreta, era a prueba de explosivos, hasta atómicos, a prueba de agua y tenía reservas en comida. Podías vivir meses sin salir de allí, aún debe ser así hoy.
La puerta aún permanece en la estación y está a la vista de todos los pasajeros, fue el gran misterio de este lugar secreto, estaba expuesto a la luz pública, pero nadie la podía ver. En 1963 las reunión fue pautada para las 3 am, el dolor de todos era la muerte del presidente, estaba muy fresca. La tardanza no era permitida, la única excusa era hospital o tumba. Nadie, nunca, ha faltado, ni llegado tarde.
A las 3 am, en punto, Wagner inició la reunión, la primera propuesta fue cambiarle el nombre al aeropuerto, Idlewild Airport vivió su etapa, el nombre era insignificante, al final era simplemente el nombre de un campo de golf, JFK Airport rendía el honor merecido a un presidente sin comparación y tan amado.
Wagner hizo la llamada al instante y convocaron la rueda de prensa para las 8 a.m. ese mismo día, el 24 de diembre le cambiamos el nombre. Así hacíamos las cosas en esos tiempos; pensando, planificando y honrando nuestros principios. Nunca permitas que se violen tus derechos, ni tus principios, sin ellos eres simplemente una criatura de Dios, como cualquier insecto, pero con ellos eres hijo de un Rey Divino. Nunca lo olvides."
Saunders murió al día siguiente, después de regresar del cementerio fui a la estación de la calle 72, allí estaba, una gran puerta de bronce, por su majestuosidad se veía que estaba fuera de lugar, pero era cierto, parecía la entrada de una oficina. Todos los 24, a las 3 am voy a la estación (ahora, en este 2018, estoy aquí), espero a ver si se abre la gran puerta de bronce, pero siempre hay un tren que se para en la estación, a es hora exacta, las luces se le apagan por un minuto o dos y luego continúa, yo respiro profundamente, puedo escuchar pasos haciendo eco en un pasillo, voces que murmuran algo. Quisiera tocarles la puerta, pero no puedo, creo en mi ciudad y en todo lo que hacemos para honrarla, no se si este año se reunirán en la vieja estación o no, pero se que soy parte de algo grande y ahora lo eres tú... ¡Feliz Navidad Nueva York!
Se Nos Olvidó El Olvido
jbfernandez.com
Dedicado a Mi Profesor de la Vida
Se nos olvidó tomarnos el brebaje que le dieron de beber a los que querían controlar con palabras sin sentido. Pudimos verlos sin filtros, al desnudo, sus miradas sin razones, sin motivos, no nos decían nada, eran autómatas dirigidos, vacíos, programados en sus rutinas, carentes de principios y no pudieron ejecutar en nosotros sus aplicaciones del dominio.
Se nos olvidó ponernos las vendas que nos entregaron en la puerta, se nos olvidó mientras leíamos los libros que muchos trataron de prohibirnos, quemaron miles de ellos, pero veintisiete letras, mezcladas en mágicos símbolos, nos dibujaron el camino. Millares de ideología, hoy casi perdidas, nos abrieron el corazón y pudimos ver los arcoíris, en el proceso nos abrieron las mentes.
Se nos olvido confesar nuestros pecados y nos acusaron de herejes, nos marcaron con una equis la frente, nos borraron de sus listas de reverentes y nos sacaron del rebaño, creaían hacernos daños, recogimos nuestras ideas, nuestras inquietudes y nos retiramos. Nuestras cabezas aún pegadas del cuello. Nos vociferaban que éramos locos por creernos capaces de pensar solos, nos creyeron incompetentes.
Se nos olvidó conformarnos con lo que nos enseñaban y lo poco que nos exigían, nuestras mentes no se alimentaba con sus pequeños segmentos de pan y agua, habíamos aprendido de Quijote a no conformarnos con nada y lanzamos piedras a los molinos de vientos de Campo de Criptana.
Se nos olvidó el olvido, hoy luchamos en silencio, con pluma o con espada, entendemos que el ataque a uno de nosotros es una declaración de guerra contra todos, al final somos soberanos. Aún leemos los libros que ya ni siquiera llegan a la imprenta, nos hemos convertido en reliquias en las mentes de los llevan el látigo y aún no nos aceptan, pero estamos aquí, en son de danzar nuestro haka, unidos, enfrentando los insultos y los castigos. Salimos de sus cuevas y no vamos a permitir sus restricciones, ni sus reglas. No somos confrontativos, simplemente se nos olvidó olvidar y recordamos seis mil años de historia que entre todos vivimos.
Se nos olvidó el olvido y sentimos, excusanos si no nos alineamos para sus mataderos de conciencias y reemplazo de pensamientos, como dije, somos soberanos, nos quedaremos con nuestro pedazo del cielo, aun sea solo media isla, moriremos con un libro en una mano y en la otra el escudo de la justicia por la que tantos lucharon.
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